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Deberes o la versión light de “la letra con sangre entra” – Niños Sanos

Deberes o la versión light de “la letra con sangre entra”

Es fundamental comprender que cada decisión importante que tomamos, cada vivencia mantenida en el tiempo (sea positiva o negativa), cada emoción bloqueada y no expresada o resuelta tienen un efecto potente y profundo en el organismo. Esto es igual para todas las personas, sean de la edad que sean. En el caso de los niños incluso puede marcar tendencias para el resto de su vida en el modo de responder al estrés, la autoestima y la actitud hacia el aprendizaje.

Cuando hablamos de educación, libros, deberes, exámenes, horarios, extraescolares… sometemos esa realidad a un análisis de funcionalidades, ventajas e inconvenientes y dejamos de lado el componente emocional, la salud física y el control sobre la propia vida apartados a un lado.

‘El exceso de tareas produce sufrimiento’

Los adultos sopesamos pros y contras, obedecemos normas y leyes, ejecutamos acciones, desarrollamos hábitos y conductas sin tomar en cuenta el efecto que tienen para nuestro bienestar. Basándonos en lo que “es necesario”, “es normativo”, “es lo que toca”… colocando la responsabilidad sobre nuestra propia vida en manos de los que deciden por nosotros o de las “leyes del universo”.

Esta es la actitud que queremos que los menores mimeticen en su vida, solo así se comprende que en lo que afecta a nuestros hijos, alumnos o pequeños ciudadanos, defendamos los deberes escolares en la forma y abundancia que tienen actualmente en numerosos colegios españoles. Pese a que los niños españoles son los que más horas dedican en Europa y a la vez uno de los países con una mayor tasa de fracaso escolar.

Sin entrar en las cuestiones pedagógicas y de aprendizaje hay un hecho innegable: el exceso de tareas produce sufrimiento. Un sufrimiento que muchos consideran inherente al hecho mismo de aprender, una especie de versión suave de “la letra con sangre entra”.

backpack-1149461_1920Para cada quien el exceso de tareas se sitúa en un lugar, para unos son 20 minutos y para otros 2 horas. Y discutimos sobre ello, pero la respuesta a la pregunta sobre esa cantidad adecuada es sencilla: cuando los niños así lo expresan. Sé que es difícil asumir que el papel protagonista en educación lo tienen ellos. Aunque sea fácil de comprender: su derecho a la participación es solo legal y no se produce casi nunca de hecho, el miedo a que tomen las riendas y haya una especie de sublevación infantil existe.

El ser humano ha evolucionado a lo largo de decenas de miles de años precisamente por su sed de conocimiento y especialmente porque los descubrimientos y aprendizajes se producían durante las tareas más cotidianas, aprendizajes que resolvían problemas y ayudaban a vivir con mayor nivel de seguridad y bienestar generales. Eso es lo que no terminamos de comprender. La mayor necesidad de un ser humano es sentirse mejor, no tener más conocimientos acumulados ni planificar su futuro a veinte años vista.

‘Es difícil asumir que el papel protagonista en educación lo tienen ellos.’

Aunque nuestros niños lo cuentan activamente por medio de sus negativas, su desmotivación, sus enfados, perdiendo horas de sueño incluso, nos empeñamos en que la cantidad de deberes que tienen es buena para ellos. Porque queremos –y sabemos- lo que es mejor para los niños. Ni siquiera somos coherentes con nuestras propias teorías educativas y nos dejamos llevar por creencias y temores, imponiendo unas actividades para hacer en casa que no aparecen ni siquiera en la ley educativa y que ya fueron prohibidas hace 4 décadas.

Es hora de preguntarnos si en realidad no queremos lo mejor para nosotros: que se mantengan ocupados, que esos deberes les sirvan para prepararse bien y nos sintamos satisfechos en nuestra labor como educadores, que aprendan a someterse a la autoridad y no causen conflictos, que reproduzcan los patrones que los adultos ya vivimos y nos hacen sentirnos seguros.

Ante un niño angustiado, desmotivado, con síntomas físicos y con el que tenemos que pelearnos para que haga sus deberes, la pregunta clave es ésta: ¿qué es lo mejor para su persona a todos los niveles?

Sufrir, nunca será la respuesta.