Kuzu, el tesoro sin sabor

A pesar de tener nombre de rito foráneo, el kuzu es una planta utilizada desde hace muchos años en la medicina tradicional china. A partir de sus raíces, desecadas y molidas, se obtiene un polvo blanco que es lo que conocemos como kuzu, un gran desconocido que tiene muchas y muy buenas propiedades que nos ayudan a mejorar diversos problemas y condiciones sin tener que pasar por la farmacia.

¿Para qué sirve?

‘El kuzu ayuda en problemas intestinales y resfriados

El kuzu o kudzu regula el funcionamiento intestinal sirviendo tanto en casos de estreñimiento como de diarrea, espasmos intestinales, intestinos perezosos, etc. Favorece a la vez un buen nivel de flora intestinal.

También sirve para aliviar los efectos de las gastroenteritis o cuando el estómago no tolera ningún líquido ni sólido.

Su contenido en fibra facilita que absorbamos menos grasas y azúcares.
El kuzu o kudzu tiende a reducir la fiebre y los estados gripales, calmando a la vez los dolores que los suelen acompañar (dolor de cabeza, de espalda, etc.)

También puede ser de gran ayuda en caso de problemas respiratorios como bronquitis, resfriados, tos, etc. Calienta y fortalece el cuerpo, estimulando el sistema inmunológico, aliviando el cansancio crónico y potencia nuestro nivel de energía ya que tiende alcalinizar el organismo.

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El kuzu y los niños
El kuzu es un muy buen remedio para los niños cuando tienen descomposición, diarrea, resfriados, vómitos o se están curando de alguna enfermedad tipo varicela, paperas … ya que hace que el aparato digestivo se desinflame y la flora intestinal se recupere.

Muchas veces el problema con los niños es que después de sufrir un resfriado o alguna afección menor quedan ‘tocados’ a nivel intestinal y si no se recuperan de manera adecuada entonces tienen recaídas en forma de otras pequeñas afecciones y podemos estar así durante una buen temporada.

El kuzu al tener propiedades regenerativas hace que todo se ponga en su sitio antes, sin efectos secundarios ni consecuencias para el niño.

‘Si lo mezclamos con zumo de manzana lo tomarán como si nada’

Pueden empezar a tomar desde muy pronto (a partir de los seis meses). La primera vez hay que empezar poco a poco, incluso se puede mezclar con la leche materna o con el biberón y probar poco a poco tal y como se hace con todo lo que se introduce en la nutrición de un niño.

¿Cómo debemos tomarlo?
Lo mejor que tiene el kuzu es que no sabe a nada, por lo tanto podemos ofrecerlo tranquilamente a los niños, tanto que si lo mezclamos con zumo de manzana (es el más indicado) se tomarán la mezcla como si nada.

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¿Y cómo lo preparamos?
Se diluye en frío una cucharadita, de las de postre, en medio vaso de agua (o un poco mas) Después se pone a fuego lento durante un par de minutos hasta que nos quede una especie de crema transparente. Se toma calentito y podemos tomar dos o tres tazas al día.
Cuando hay malestar digestivo suele funcionar mejor preparado con agua.
En el caso de fiebre, lo mezclaremos con pasta de umeboshi (cuando la estamos calentando) y añadiremos un chorrito de tamari y una punta de cucharilla de jengibre en polvo al final de la cocción.
El gusto en este caso será mucho más fuerte, por lo tanto es posible que a los niños les cueste más de tomar, pero la verdad es que es un remedio muy efectivo.

También lo podemos utilizar para cocinar.
Su capacidad de espesar, su textura gelatinosa y su ausencia de gusto y de gluten lo hacen muy recomendable para salsas, rellenos de pasteles, estofados.

Hay que disolver el kuzu con un poco de agua o caldo (en frío) y luego añadirlo a la cocción (al menos un par de minutos antes de apagar el fuego).
Como referencia podemos decir que una cucharadita de kuzu equivale a una cucharada de harina de maíz o dos de trigo.

¿Dónde podemos encontrar el kuzu?
El kuzu lo podemos encontrar en herbolarios o tiendas de productos naturales (supermercados ecológicos, tiendas de barrio ..)
Lo podemos encontrar envasado en bote o bien en bolsa de plástico, pero debemos asegurarnos de que sea kuzu puro y no arrurruz que es un pseudo-kuzu que sólo tiene utilidad en la cocina, pero ningún efecto terapéutico. Más vale preguntar siempre al encargado del comercio donde lo compramos.