¿En qué piensan los bebés cuando tienen una erección?

¿Qué te imaginas que piensa un bebé cuando se toca los genitales y tiene una erección dentro del útero materno? No se trata de una pregunta con una finalidad morbosa o retorcida, simplemente es un buen ejercicio para darnos cuenta de que el ser humano tiene sexualidad en todas sus etapas evolutivas y para acercarnos a cómo los niños y niñas la viven.

La respuesta es más sencilla de lo que parece: no piensa, simplemente siente. No hay una historieta erótica, ni una imagen sensual, ni el morbo de fantasear con lo prohibido, simplemente hay sensaciones agradables o desagradables en el cuerpo y en el presente. El pensamiento racional aún no existe y no hay material cultural ni vivencial para crear fantasías ni establecer qué se puede hacer y qué no.

La sexualidad se construye
Pero permitidme ir un poco más allá y plantear otra pregunta. ¿Este bebé siente vergüenza de tocarse los genitales? Evidentemente, la respuesta es no. Es más, tampoco se siente culpable, ni sucio, ni mal hijo o hija, ni mucho menos cree que los reyes no le traerán regalos, ni que su madre ya no lo va a querer, ni que se tiene que lavar las manos antes y después de hacerlo. Todas estas ideas forman parte de la cultura sexual que hemos mamado los adultos, pero en ningún caso formaba parte de nuestra sexualidad cuando estábamos en el útero.

children-532749_1920Esta segunda pregunta nos ayuda a comprender que la sexualidad humana no es una respuesta innata sino que se va construyendo a través de la cultura en la que crecemos y de las experiencias que vamos viviendo. Es decir, una vez el bebé sale de la matriz y entra en contacto con el entorno cultural al que ha ido a parar, se va empapando como una esponja de la manera de entender la sexualidad que tiene esa cultura y, poco a poco, va adaptando su sexualidad a los nuevos requerimientos sociales.

‘La sexualidad humana se va construyendo a través de la cultura en la que crecemos’

Primer septenio: la adaptación cultural
Este proceso de adaptación cultural es especialmente intenso de los cero a los siete años, ya que durante este periodo podremos observar cómo la sexualidad de la niña o el niño pasa de ser una simple respuesta innata a haber acabado el proceso de adaptación a la cultura de acogida.

Durante los primeros años de vida la sexualidad de la niña o el niño se parece mucho a la que tenía dentro del útero y, por esta razón, aún no siente vergüenza ni busca intimidad para tocarse los genitales. Lo hace siempre que se los encuentra y siente una sensación agradable: cuando le cambiamos el pañal, cuando está desnudo en la playa, en medio de una reunión familiar. De hecho, no lo hace más a menudo porque tiene un cinturón de castidad que se lo impide: el pañal. Y estas caricias y exploraciones van acompañadas de una respuesta física, como ocurre en cualquier otra etapa vital, es decir, de una erección.

Pero poco a poco se va empapando de cultura de su entorno inmediato y aprende por imitación y a través de los límites de los adultos que en nuestra cultura los genitales no se pueden tocar en público o que no se tienen que tocar nunca, dependiendo de la familia. Esta idea irá calando lentamente hasta que la conducta de tocarse en público desaparezca definitivamente, aprendizaje que se suele alcanzar entre los cinco y los siete años.

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Una pieza clave
Las madres, padres y otros adultos que acompañamos niñas y niños somos sus principales transmisores de cultura, así que somos una pieza clave en el desarrollo de su sexualidad desde su nacimiento. Nuestro modelo, el acompañamiento de sus conductas, emociones y necesidades sexuales y el espacio de juego que les preparemos serán bastiones de la sexualidad que experimentarán a lo largo de la vida.

‘Tenemos un inmenso poder sobre la sexualidad de los más pequeños’

Debemos tomar conciencia de este rol y del inmenso poder que tenemos sobre la sexualidad de los más pequeños y plantearnos qué les queremos transmitir: una cultura que relegue la sexualidad a lo desconocido y prohibido o una cultura que integre la sexualidad como un ámbito más del ser humano que hay que conocer bien, amar y desarrollar.

Actualmente, la mayor parte de los padres nos encontramos a medio camino entre uno y otro paradigma, pensamos racionalmente como el segundo pero a menudo acabamos actuando en base al primero. En esta sección facilitaré recursos que nos ayuden a revisar nuestra propia sexualidad y el acompañamiento que hacemos de la de los pequeños para poder llevar este nuevo paradigma a la práctica.

Una pequeña aclaración para los que en estos momentos os estáis preguntando si habéis leído bien las palabras bebé, útero y erección en la misma frase:
A finales del primer trimestre de gestación ya se desarrolla todo el aparato sexual, es decir, todos los órganos sexuales y todas las terminaciones nerviosas que nos permiten tener sensaciones en los genitales. Y una característica del pene y el clítoris es la erección, de manera que este fenómeno físico tan sorprendente y divertido se da desde la etapa uterina.